martes, 2 de diciembre de 2008

Anexo Crónica Sant Viçent (Lliria)

"El gaudiment del plaer està en funció de l'intensistat del desig."
Leon Zwingelstein. Carnets


La ruta de hoy estaba obligada por la lluvia, teníamos que buscar un camino poco embarrado pues las lluvias que nos acompañan desde hace semanas tememos hayan dejado los caminos intransitables, además el río se llevó hace dos semanas un par de puentes y no es viable. Pues nada, tirando de archivo de rutas encontramos una parte inédita para ir a Riba-Roja, y que nos lleva por caminos asfaltados en más del 99% del recorrido, eso si, la cuenta a pagar son unos cuantos km. más y 300m. de carretera. Iremos por la muntanyeta hasta la carretera de Loriguilla, después de cruzarla llegaremos al desvío de la baseta blanca, pero en lugar de tomar este camino bajaremos hacia la derecha por el camino del campo de tiro, volveremos a cruzar la carretera de Loriguilla y por el camino de la derecha casi enfrente hasta el vivero, aquí giramos a la izquierda para bajar hacia el polígono de Riba-Roja. Luego de cruzar el pueblo nos dirigimos por los caminos de huerta del otro lado del río hacia Benaguacil, el único tramo complicado será el camino de tierra que pasa junto al monasterio Cisterciense, como nos temíamos está totalmente embarrado y lleno de charcos, justo igual que el trocito que da acceso a la entrada de Benaguacil.
Poco después entramos en el carril bici que descubrimos hace 2 semanas, esta vez lo recorremos entero hasta Lliria para comprobar que llega, como tramo de vía verde que es, hasta la misma estación del tren, lastima que a nadie se le ocurriera habilitar una entrada/salida aunque fuera a través de una escalera pues, este detalle nos hace volver atrás unos 200m. ya que la vía termina en una calle cerrada y vallada a ambos lados.
Solventado este incidente callejeamos hasta la carretera de Marines para coger al final de esta, en el parque de la gasolinera el precioso carril bici que llega hasta el parque de Sant Viçent y luego continua junto a la carretera de Marines, no sabemos exactamente hasta donde.
El placido rodar por este carril, cubiertos en todo momento por la arboleda y rodeados de jardines y plantas aromáticas se hace tranquilo para poder disfrutar al máximo de esta experiencia.

Llegar al parque y comenzar a disfrutar de la compañía de pequeños animales que salen a nuestro encuentro, palomas, ardillas, patos, y en el agua, los peces de colores, algunos de considerable tamaño, además de ver brotar los manantiales del fondo del estanque y de las fuentes que lo nutren.Tal y como siempre hemos dicho: esto es el paraíso.
Almorzamos en una de las mesas colocadas en la arboleda, bajo los pinos y con visión directa del estanque por el que una familia de patos se pasea con la calma de quien está en su casa, a salvo del mundo exterior.
Los bocatas calman un poco el cansancio de los 40km. que llevamos en las piernas. Mientras estos hacen efecto algunas fotos les darán el tiempo necesario. No podía faltar la foto de grupo antes de la partida.
Volvemos por el mismo camino hasta el puente de Riba-Roja pero, esta vez vamos hacia Masía de Traver. Vamos a ir por el río a ver como están los charcos. Al llegar al puente que se llevó la crecida del río hace dos semanas comprobamos que está arreglado, si el siguiente también lo está pasaremos sin problemas, si no, siempre tenemos la alternativa de ir por los caminos de antaño, a pesar del barro. El asfaltado este rugoso que han puesto drena el camino de una manera sorprendente ya que no hay ni un charco ni medio y por supuesto nada de barro. Nada que ver con las que se montaban aquí antes de esta capa de cemento. El otoño se ve que avanza con firmeza por la ribera del río. Rodamos en muchos tramos por una alfombra de hojas desprendidas de los arboles que ya empiezan a vestirse de invierno. Los que aún aguantan el follaje lo tiñen de los más diversos colores, haciendo de este paseo un autentico caleidoscopio multicolor y de aromas variados. Varias garzas se cruzarán en nuestro camino a lo largo de la ruta. Llegamos a la zona de la presa, recordamos como era esta pequeña senda tiempo atrás. A pesar de ser el camino más ancho no ha perdido el encanto que tenía.

Estamos a punto de bajar de la bici para pasar por el tramo del canal cuando vemos con sorpresa que han puesto ¡¡¡una pasarela!!!
Por fin se acabó el suplicio de este tramo, con este ya son 4 los puentes de madera que hemos visto en el recorrido desde Manises, pero este es el primero que podemos transitar ya que no está vallado. Continuamos por este camino y al pasar junto al azud de la acequia de Moncada vemos el gran caudal de agua que baja, nunca habíamos visto tal cantidad de agua en este punto. Un poco más allá pasamos por debajo de la A-7 para girar a la derecha en bajada por un tramo bastante estropeado por las lluvias hace 2 semanas. Ya lo habíamos visto el sábado que fuimos a Sant Miquèl, hoy que lo tenemos que bajar vemos las profundas erosiones que el torrente de agua ha causado en la orilla del camino, haciendo que parte de este se desmorone y dejando otra parte en precario estado de equilibrio. La vegetación que se encuentra entre esta pendiente y el río está toda arrasada por la fuerza del agua que vemos que arrastraba gran cantidad de ramas y otros objetos que ahora se amontonan en la ribera del río. Un excelente paseo el de hoy por pistas asfaltadas para intentar huir del barro, no lo hemos conseguido del todo pues, con 70 largos km. a poco que el camino esté mojado, y hoy lo estaba, vas a ponerte hasta las cejas, pero si de entrada no intentas evitarlo, olvídate del bocata porque te lo llevarás puesto.
Llegamos a casa con el cansancio acumulado en las partes nobles, a saber; por donde un hombre se sienta. Hoy no había montañas que subir, pero había que pedalear muuuchos km. y eso al final se nota.